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¿Cuántos de los jóvenes que se quejan están llevando a cabo
estudios de máster mientras tanto?, ¿cuántos de los que alzan la voz se irán el
mes que viene a estudiar inglés al extranjero?, ¿cuántos de los indignados
viven bajo el techo de papá y mamá teniendo asegurado su sustento?. Es evidente que hay un porcentaje de ellos que se encuentran
con la difícil disyuntiva de necesitar un trabajo para vivir, sí. A todos ellos
derecho de queja concedido.
Sin embargo al porcentaje restante le pediría un
poco de sentido común y un poco de perspectiva a la hora de analizar los hechos.
Los grandes perjudicados de esta crisis no somos nosotros. Nosotros estamos en
el paro y seguramente lo estemos durante mucho tiempo (analistas económicas
darán la cifra ‘exacta’), sin embargo tenemos el privilegio de poder continuar
formándonos académicamente sin tener que preocuparnos de la hipoteca o de si
nos llegará el dinero para poder alimentarnos.
Podemos
coger la maleta mañana mismo e irnos lejos en busca de un trabajo. Basta ya de quejas y negativismos que no llevan a ningún lado. Cambiemos la mente. Somos unos privilegiados. Cuando esta crisis termine tendremos un largo currículo provisto de carrera, máster, idiomas y experiencias laborales varias (el Telepizza incluido). El 80%, a ojo, nos iremos mañana, pero ese 80% volverá para convertirse en el pilar fundamental de la nueva economía de nuestro país. Es por ello por lo que no quiero volver a escuchar “los jóvenes no tenemos futuro”. No quiero tener que creerme esa mentira, porque no es más que eso, una mentira.