Se imaginan a un niño correr hacia su madre y decirle:
¡Quiero ser católico!. Pues no hay que imaginárselo mucho según la Conferencia
Episcopal Española, el 70% de los niños españoles quieren cursar
voluntariamente la asignatura de religión. Yo me pregunto ¿realmente es
voluntario? O está condicionado por una sociedad que de puertas para fuera
presume de católica.
Se entiende que un niño de corta edad tenga inquietudes
por conocer la realidad que nos rodea, pero lo cierto es que las inquietudes
religiosas suelen venir otorgadas ya sea por la familia o por el resto de
círculos en los que se mueve.
Lo que sucede es que en los colegios españoles se suele producir
lo que denominaríamos como el efecto dominó. Varios de los niños (no el 70% de
ellos) tiene una familia religiosa que le ha inculcado la importancia de
aprender los valores católicos. Estos niños deciden ‘por simulación’ apuntarse
a clase de religión en su colegio. Entonces tiene lugar la escena descrita al
principio de este artículo: Mamá, yo quiero ser católico. Los amigos más
cercanos de estos niños se apuntarán también a religión para poder pasar más
tiempo con ellos y no quedarse relegados de su grupo. Los alumnos restantes
optarán por dejarse llevar por el poder de la mayoría movidos por el miedo a la
exclusión social. Lo que nos queda es un pequeño porcentaje de niños que ya sea
por presión de unos padres extremadamente ateos que le impidan apuntarse a
clases, o por un carácter con una suficiente seguridad en sí mismo (algo
anómalo en edades tan tempranas) decidan por ‘motu propio’ no acudir a
religión.
Lo que sucede en las aulas españolas es sólo un pequeño
reflejo del cristal en el que cada día nos miramos los españoles. Una sociedad
en su mayoría atea que sigue fingiendo y vistiéndose los pantalones de la moralidad
cristiana todos los días para pretender ser mejores personas, según dicta La
Biblia. Mientras tanto nuestro estado sigue siendo aconfesional porque cientos
de españoles se encuentran con un caos burocrático a la hora de querer borrarse
‘de las filas creyentes’, y las generaciones venideras siguen viéndose
arrastradas por nuestras flojas determinaciones e ideales. Quizás algún día
todos oigamos decir a nuestros hijos: ¡Mamá yo no quiero ser católico!
Pues yo me apunte a clase de religion, ademas de por que era obligatoria con lo cual no tenia eleccion, tambien porque de toda la vida la asignatura de religion se aprobaba solo con ir a clase y no tenia que hacer examen y con mi condicion de vago eso es un positivo muuuy grande jejejeje. Por otro lado a lo de apuntarse a clases de religion fuera del horario escolar, ni hablar jejeje
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