miércoles, 12 de septiembre de 2012

Madrid: capital de la vergüenza




Por mucho que intenté tratar de reconocer a aquella ciudad que un día fue la gran fortaleza de la democracia y la libertad española, no consiguió distinguir ni un solo detalle. Lejos queda el “no pasarán” o aquel espíritu de lucha que caracterizaba a nuestra capital. Hace ya tiempo que llevo analizando, en mi subconsciente, cómo ha ocurrido todo. 

Esa metamorfosis que ha hecho de Madrid lo que es hoy en día. Evidentemente muchos de los progresos conseguidos son beneficiosos para la población madrileña y española. Pero en pleno siglo XXI sigo sin entender que Doña Esperanza Aguirre sea la elegida para representar a la principal comunidad autonómica, por no hablar de la representante de la ciudad en si. 

El imperio Aguirre crece y crece sin que la población se plante y le pare los pies. Nos ha privatizado el metro, el agua, los colegios, los hospitales y hasta el aire que respiramos, y pese a diversas manifestaciones, su camino sigue libre y sin brechas aparentes. Sin embargo la última decisión tomada marca un punto de inflexión que no debe ser sobrepasado. Eurovegas, la apuesta lúdica que se convertirá en el fuerte para el crecimiento económico de la capital. Hay quienes defienden esta apuesta, movidos por la absoluta desesperación que provoca el índice de paro actual. 

Pero antes de aferrarnos a un clavo ardiendo, deberíamos analizar lo que vulgarmente supone ‘una bajada de pantalones ‘en toda regla. A cambio de miles de puestos de trabajo, cederemos una parte de nuestro territorio y de nuestros derechos. Sin impuestos, sin condiciones, sin leyes. La ley de la selva se impone en Madrid y la población, al margen de algunas críticas descentralizadas, calla.

No reconozco esta actitud. No  me enorgullezco de ser parte de esta ciudad. Hace tiempo Madrid se hubiera levantado frente esta aberración. La sociedad hubiera sumado fuerzas y causas para acabar con el verdadero problema que nos acecha. Nada de manifestarse para salvaguardar la educación pública, la sanidad, la vivienda digna o cualquier otro derecho primordial. Madrid debe despertar y gritar bien alto a Esperanza que este recorte de dignidad y de libertades por aquí ‘no pasará’.

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